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«La casa de Bernarda Alba» (Final)

 


«...Y no quiero llantos. La muerte hay que mirarla cara a cara. ¡Silencio! ¡A callar he dicho! Las lágrimas cuando estés sola. ¡Nos hundiremos todas en un mar de luto! Ella, la hija menor de Bernarda Alba, ha muerto virgen. ¿Me habéis oído? ¡Silencio, silencio he dicho! ¡Silencio!»

~Fragmento final de «La casa de Bernarda Alba» , 19 de junio de 1936, obra de teatro que Federico García Lorca no pudo ver representada~

«La casa de Bernarda Alba» es, para la crítica, la obra teatral más lograda de Federico. 

La obra se estrenó en Buenos Aires el 8 de marzo de 1945, en el Teatro Avenida, por iniciativa de Margarita Xirgu que interpretó a la propia Bernarda AlbaEn enero de 1.945, Margarita Xirgu había recibido a través de Julio Fuensalida, amigo de la familia García Lorca y autorizado por ellos, la obra póstuma del poeta: «La casa de Bernarda Alba», subtitulada "Drama de mujeres en los pueblos de España". Federico la había terminado el 19 de junio de 1.936, justo nada más dos meses antes de ser asesinado por los fascistas, habiendo ofrecido sólo dos lecturas privadas.

Federico la había escrito para ser interpretada por la actriz. Largamente esperada, no llega a sus manos hasta nueve años después. La emoción de Margarita es tan intensa que quiere leerla en casa, sola; sin embargo, cuando se la entregan, no se ve capaz. Vuelve a casa con su marido Miquel Ortín y no se atreve a tocarla, como si fuera una reliquia. Una vez leída, sabe que su papel, el de madre de las cinco hijas, es una creación preciosa.

En su estreno el 8 de marzo de 1945, el éxito es clamoroso. Después del último ¡Silencio! de Bernarda, el público que llena a rebosar el Teatro Avenida de Buenos Aires, estalla en aplausos dedicados al poeta. La Xirgu con la voz rota por las lágrimas, exclama: «Él quería que esta obra se estrenara aquí y se ha estrenado, pero él quería estar presente y la fatalidad lo ha impedido. Una fatalidad que hace llorar a muchos seres. ¡Maldita sea la guerra!».

Una avalancha de flores invade el escenario. Es la gratitud del público argentino hacia una artista que se había convertido ya en un símbolo. El hermano del poeta, residente en Nueva York, le envía un telegrama para felicitarla. En recuerdo de aquella noche se pone una placa en el Teatro Avenida de Buenos Aires.

En España, la obra no se estrenó hasta 1950, en Madrid.








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