La «musa» preferida de Julio Romero de Torres (1874-1930) era María Teresa López, que en 1929, a sus 14 años, se convirtió en la imagen de la obra maestra del pintor: «La chiquita piconera», la última obra del artista.
El pintor de «la musa gitana», de la «Chiquita Piconera», vivía en esa época en Madrid, pero pasaba temporadas en su Córdoba natal. Allí, nacieron algunas de las grandes obras del pintor y de allí serían sus grandes musas, aunque ellas no serían tan famosas como sus rostros y poses.
Buscando una nueva modelo, Julio Romero da con una jovencísima Teresa, y queda prendado de su rostro juvenil y de sus rasgos, donde creyó ver el prototipo de la mujer cordobesa. Se inicia una relación laboral entre ambos. La joven Teresa pasa a ser una de sus grandes musas, pintándola durante diez años en infinidad de cuadros que darían la vuelta al mundo. Entre estos, se encuentran los famosos cuadros de la «Fuensanta» o «la Chiquita Piconera», el último que pintaría Julio Romero con ella como modelo, antes de morir en 1930.
Con su muerte, su producción artística desaparece, pero no la rentabilidad de sus cuadros, que continúan apareciendo en multitud de imágenes publicitarias y la imagen de la Córdoba en la posguerra en varias ocasiones. Tanta es la popularidad que en 1953, la «Fuensanta» se imprime en los billetes de 100 pesetas y empieza a circular por todo el mundo.
¿Qué pasó con María Teresa?
Al mismo tiempo que la fama del pintor subía como la espuma, la de la joven caía en picado. Julio Romero tenía fama de seductor y de haber tenido como amantes a sus modelos. Siempre mantuvo en vida que su relación con el pintor fue cordial, sin más intercambios de palabras que aquellas referidas a su posición mientras la retrataba. María Teresa siempre negó que hubiera tenido un romance con el pintor.
En la Córdoba de los años 20, comienza a circular el rumor de que la joven se había convertido en la amante del pintor, viviendo un romance ilícito a ojos de la población de la época, que la condenaría. Decían cosas horribles sobre ella, sobre su vida y sus deseos, hasta tal punto de que tuvo que marchar y desaparecer. Teresa afirmaba que esta época de su vida sería de las peores, por todo el daño que le habían causado esos rumores y habladurías.
El cuadro de la «Fuensanta», donde María Teresa posa con solo 13 años, alcanzó un coste en el mercado de 1,2 millones de euros en 2007. Al cabo de mucho tiempo anclada en el olvido por la gran mayoría, la protagonista del cuadro fue homenajeada en el año 2000 en su tierra. Después de esto, con casi noventa años, La «Chiquita Piconera» estuvo viviendo en una residencia de ancianos, en Palma del Río, donde falleció sola y pobre el 26 de mayo de 2003.
«La chiquita piconera», era Doña María Teresa López González, nacida en Buenos Aires, hija de una familia cordobesa que emigró a Argentina. A la edad de 7 años, regresa junto con su familia a Córdoba. Deciden instalarse en el barrio de San Pedro, cerca de la residencia del pintor, la cual estaba situada en la Plaza del Potro.
Julio Romero de Torres era amigo de la familia de María Teresa y ambos se conocen con la intermediación de la 'mandadera' de la familia de María Teresa, que organiza el encuentro ya que el artista había manifestado cierto interés por ella. María Teresa comienza a posar como modelo la tarde siguiente a este encuentro, cobrando tres pesetas por sesión. Los cuartos que le daba por posar venían muy bien para tapar algunos agujeros en la economía familiar.
Según dijo ella, 'Ese y no otro era por mi parte el motivo que me llevaba a posar'. Con agrado, también especificó que la familia del maestro la quería mucho, sobre todo la esposa de él, que la veía como la niña que era. Lo que indignó siempre a María Teresa López fueron las críticas y las coplas que basadas en mentiras circularon sobre ella. Lo único que de toda esta historia, dijo, le hacía mucha gracia era cuando alguien se le acercaba con un billete de cien pesetas para que se lo firmara.
Siempre existieron rumores acerca de que modelo y pintor pudieran tener una relación más allá de lo profesional. Ella admitió que el pintor intentó seducirla pero que no ocurrió nada más. Los rumores marcaron la vida de María Teresa. Estuvo casada, pero este matrimonio solo duró dos años. Tras esto no volvió a tener una relación estable, aseguraba que los hombres se le acercaban sólo por la fama que adquirió junto a Julio Romero.
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