Unos treinta años después de que Joel Houghton tuviese la idea de patentar y fabricar un lavavajillas que nunca se llevó a cabo, una mujer patentaría y construiría ella misma la primera máquina para lavar platos de manera mecánica. Esa mujer era Josephine Cochrane, dama de la alta sociedad que puso en el mercado uno de los aparatos domésticos que hoy en día no falta en muchos de nuestros hogares.
Josephine Garis Cochrane nació el 8 de marzo de 1839 en el condado de Ashtabula, en Ohio. De su infancia solamente se sabe que siendo huérfana de madre y con su única hermana lejos de casa vivió buena parte junto a su padre, el ingeniero hidráulico John Garis, uno de los constructores más importantes de la ciudad de Chicago, e inventor de una bomba para desecar terrenos pantanosos y supervisó la construcción de aserraderos y ruedas hidráulicas a lo largo del río Ohio y que, seguramente, inculcó en su hija el interés por la mecánica y la ingeniería.Tras la escuela, Josephine vivió un tiempo con su hermana en Illinois hasta que contrajo matrimonio. Tenía diecinueve años cuando Josephine se casó con William Cochran, un hombre de negocios dedicado también a la política del que adoptó más tarde su apellido añadiéndole una «e» al final.
Josephine Cochrane se convirtió pronto en una dama de la alta sociedad y una perfecta anfitriona. En sus largas y continuas veladas había mucho trabajo por hacer, entre otras cosas, limpiar los múltiples platos que se ensuciaban. Evidentemente ella no hacía aquella tediosa tarea reservada al personal de servicio de su casa pero la ruptura de muchas piezas de su lujosa vajilla empezó a suponer para ella un problema, especialmente teniendo en cuenta que algunos de los platos de los que disfrutaban sus invitados era porcelanas chinas del siglo XVII.
Mujer emprendedora, decidió diseñar una máquina que lavara su suntuoso arsenal de cocina. Dentro de una caldera de cobre dispuso una rueda con una serie de compartimentos con cables en los que cupieran a la perfección platos, vasos y otros utensilios. Dicha rueda se movía gracias a un motor mientras entraba y salía por distintos conductos agua con jabón, con salida de agua caliente jabonosa a presión a través de una bomba accionada por un motor que podía lavar unos doscientos platos en pocos minutos. Tras el lavado, los platos eran secados mediante un chorro de aire caliente. Había nacido el conocido como "Lavavajillas Cochrane".Viuda y en la ruina, en 1886 Josephine Cochrane patentó su invento y fundó la empresa Garis-Cochrane Dish Washing Machine Company. Con el objetivo de comercializar su aparato, la inventora se ocupaba personalmente de la promoción visitando a los posibles clientes puerta a puerta o publicando anuncios en los periódicos.
Josephine estaba dispuesta a vender su invento a todo aquel negocio que por su volumen de trabajo pudiera encontrarlo útil como restaurantes u hospitales. De la construcción de los lavavajillas se encargaría la empresa de Decantur (Illinois) F. B. Tait Manufacturing Company. Los esfuerzos de Josephine tuvieron éxito y acabaría llegando el primer cliente en 1887: el hotel Palmer House de Chicago. A este le siguieron otros en varios puntos del estado. En la Exposición de Chicago de 1893 ganó el premio al mejor invento.
Máquina lavavajillas de Cochrane presentada en la exposición de Chicago |
(Fuentes: National Geographic, Mujeres en la Historia, Mujeres en la Ciencia)
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