La primera autora conocida de la historia fue una mujer. Se trata de la sacerdotisa acadia Enheduanna, hija del Rey Sargón I de Acad, que vivió en la región de Sumeria en el siglo 3 a.C. aproximadamente. La primera gran novela fue publicada por la japonesa Murasaki Shikibu en el siglo XI. Son sólo dos ejemplos que colocan a la mujer en una posición de peso en la historia de las letras demostrando que, pese a la creencia popular, tenían sobrada capacidad para el trabajo intelectual.
Entonces, ¿por qué han aparecido escritoras con seudónimo masculino a lo largo de la historia? La razón es el establecimiento de una sociedad centrada en la figura masculina y que relegó a la mujer a un segundo plano. Pero ellas siguieron creando, aunque tuvieran que esconderse tras el anonimato o nombres de varones para que sus obras fueran publicadas.
La historia de la Literatura está salpicada de casos de mujeres escritoras que firmaron con seudónimo masculino para poder publicar su obra.
El caso más conocido es el de George Sand, (1804-1876) una magnifica autora francesa cuyo nombre auténtico era Amantine Dupin.
Charlotte, Emily y Anne Brontë fueron tres hermanas británicas autoras de algunos de los títulos clásicos de la literatura. Pero para que sus textos vieran la luz, estas escritoras emplearon seudónimos masculinos: Currer, Ellis y Acton Bell, respectivamente.
Jane Austen (novelista británica, 1775-1817) no publicó ninguna de sus novelas con su nombre real. Figuraban simplemente bajo la referencia de "escrito por una dama". Nunca recibió tampoco derechos ni ingresos por la venta de sus libros.
El supuesto autor español del siglo XIX, Fernán Caballero, ((1796-1877) era en realidad la escritora Cecilia Böhl de Faber y Ruiz de Larrea.
En el Reino Unido, en esas mismas fechas, cobró fama la obra de George Eliot (1819-1880), cuyo nombre auténtico era Mary Ann Evans.
(Fuente: Mujeres en la Historia, Mujeres en la Literatura)
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