El argumento nos sumerge en una comunidad Amish de Pensilvania. Allí vive Rachel Lapp con su hijo Samuel. Un día tienen que tomar el tren para visitar a un pariente. Mientras esperan en la estación, el niño entra al baño de la estación y presencia un asesinato.
En ese momento el inspector John Book toma el mando de la investigación en la que queda patente que el niño es el único testigo de este brutal episodio en el que están implicados diversos mandos policiales.
La película trata una historia sencilla y tópica pero supo plasmar perfectamente el choque cultural que se puede vivir en un país tan diverso como los Estados Unidos. La codicia y la corrupción en una gran ciudad, como es Filadelfia, enfrentada a la vida sencilla y con unos valores tremendamente arraigados, como los que podemos encontrar en el Condado de Lancaster en las comunidades de Amish.
Dos sociedades que viven de forma totalmente antagónicas, cada una con sus luces y sus sombras y que se ven envueltas en la típica historia policíaca que tantas veces hemos visto en el cine.
Los Amish son un grupo etnorreligioso que destacan por su vida sencilla, modesta y con cierta resistencia a las novedades teconológicas del último siglo.
Dirigida por el australiano Peter Weir ("El club de los poetas muertos") y magníficamente interpretada por Harrison Ford, Kelly McGillis, y el niño Lukas Haas.
La banda sonora de la película corre a cargo del compositor Maurice Jarre cuyos temas sirven de hilo conductor de la historia y las emociones de los personajes.
Hay un momento musical memorable entre John Book y Rachel a solas en el granero, mientras él intenta arreglar su coche y suena "What A Wonderful World" de Sam Cooke. Uno de esos instantes inolvidables que deja en evidencia la historia de amor que surge entre los dos protagonistas.
"Único testigo" nos ofrece dos horas de cine de calidad.Una película que mezcla el thriller y el drama romántico, con una importante crítica social y la comparación de diferentes formas de vivir.
Buenas actuaciones, un gran guion y espectaculares paisajes en el condado de Lancaster con sus bellos campos de maizales. Una de esas grandes películas que nos dejó 1985.
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