Lagrimas por Hiroshima...Nagasaki...y por todos nosotros...
“Cualquier ciudad de mediana importancia puede ser arrasada por una bomba del tamaño de una pelota de fútbol. La civilización mecánica acaba de alcanzar su último grado de salvajismo. Será preciso elegir en un futuro más o menos cercano entre el suicidio colectivo o la utilización inteligente de las conquistas científicas”
“Ya se respiraba con dificultad en un mundo torturado. Y he aquí que se nos ofrece una nueva angustia…Nos rehusamos a sacar de tan grave noticia otra conclusión que no sea la decisión de abogar más enérgicamente aun en favor de una verdadera sociedad internacional, en la que las grandes potencias no tengan derechos superiores a los de las pequeñas y medianas naciones, en que la guerra no dependa más de los apetitos o de las doctrinas de tal o cual estado.”
Albert Camus (8 de agosto de 1945)
A las 8:15 horas del lunes, 6 de agosto de 1945, el avión de guerra B-29 Enola Gay, perteneciente al Escuadrón de Bombardeo 393d, pilotado y comandado por el Coronel Paul Tibbets de Estados Unidos, soltó sobre Hiroshima la primera bomba atómica que se empleaba contra la población civil. La "Little Boy" cayó sobre la ciudad japonesa de Hiroshima y la arrasó, dejando secuelas imborrables en sus supervivientes.Tres días después,el jueves 9 de agosto, la "Fat Man" fue lanzada sobre sobre Nagasaki. Hasta la fecha, estos bombardeos constituyen los únicos ataques nucleares de la historia.
Los bombardeos atómicos sobre Hiroshima y Nagasaki fueron ordenados por Harry S. Truman, presidente de los Estados Unidos, contra el Imperio del Japón. Seis días después de la detonación sobre Nagasaki, el 15 de agosto, el Imperio de Japón anunció su rendición incondicional frente a los «Aliados», haciéndose formal el 2 de septiembre con la firma del acta de capitulación. Con la rendición de Japón, concluyó la Guerra del Pacífico y por tanto, la Segunda Guerra Mundial.
Hay historiadores que piensan que Japón estaba a punto de rendirse y que el lanzamiento de estas bombas no fue necesario. Se estima que hacia finales de 1945, las bombas habían matado a 166 000 personas en Hiroshima y 80 000 en Nagasaki, totalizando unas 246 000 muertes, aunque sólo la mitad falleció los días de los bombardeos. Entre las víctimas, del 15 al 20 % murieron por lesiones o enfermedades atribuidas al envenenamiento por radiación.
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