Antonio Gálvez con un grupo de alumnos |
Antonio Gálvez Jiménez, maestro de Villaluenga del Rosario, Cádiz, tenía 44 años cuando fue fusilado en Jerez de la Frontera en agosto de 1936.
Mientras en 1931 Juan Ramón Jiménez creaba el «Patronato de las Misiones Pedagógicas» y Federico García Lorca inauguraba la biblioteca de su pueblo natal, Antonio Gálvez se esforzaba para paliar los estragos de un analfabetismo voraz que sólo en la provincia de Cádiz alcanzaba a la mitad de la población e incluso en algunas localidades gaditanas la tasa alcanzaba el 76% a principio de los años 30.
Desde la más remota aldea serrana, este maestro nacional, sin afiliciación política pero con una férrea conciencia solidaria heredada de su padre, también docente, no solo defendía su pequeña escuela pública como esencia del progreso, sino que promovía una educación encaminada a conseguir una sociedad más justa que, además sacara del aislamiento social, económico y cultural a pueblos como el suyo.
El maestro de Villaluenga incluso fundó en 1929 el «Coto Forestal de Previsión Infantil Fernando Portillo», administrando bienes públicos naturales para rentabilizarlos y destinar los recursos, a los niños y niñas más necesitados.
Foto de familia de la colonia escolar portuense liderada por el maestro Antonio Gálvez |
En esos años de efervescencia de las «Misiones Pedagógicas», un proyecto cultural español patrocinado por el Gobierno de la II República, Antonio Gálvez Jiménez pasó a convertirse en el responsable de una iniciativa que iba a llevar por los pueblos gaditanos a intelectuales como Luis Cernuda y María Zambrano, cargados de libros, gramófonos, teatro, rollos de celuloide por los que desfilaba Charlot y hasta reproducciones a tamaño natural de las pinturas de Goya y Velázquez..
Texto y dibujo de un alumno de las «Misiones Pedagógicas» tras ir a ver el mar |
En la madrugada del 12 al 13 de agosto de 1936, tras ser conducido preso hasta el Alcázar de Jerez, fue fusilado. Sus restos, pese a los intentos del sacerdote allí presente por darles cristiana sepultura, permanecen en algún punto de la zona de la campiña jerezana conocida como «La Trocha».
Su familia recibió tras el fusilamiento tres documentos, uno de ellos su testamento, y un paquete de Ideales, los cigarrillos que le acompañaron hasta el final. Su asesinato sigue impune.
(Fuente: La Voz del Sur, Diputación de Cádiz)
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