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La hija de Sisi


Meses después de la coronación del emperador Francisco José I de Austria y la emperatriz Elisabeth de Baviera como reyes de Hungría, nacía la cuarta hija de la pareja imperial. María Valeria fue la única educada por su madre y lejos de la corte austríaca. Casada por amor, renunció a sus derechos dinásticos y dedicó buena parte de su vida a obras de caridad.

María Valeria Matilda Amalia de Habsburgo-Lorena y Wittelsbach nació en Hungría el 22 de abril de 1868. Sus padres se encontraban en aquel país del que recientemente habían sido nombrados reyes. Aquel había sido un éxito político de la emperatriz Sisí, amante de todo lo relacionado con Hungría, había luchado para conseguir su anexión al imperio austriaco. 



María Valeria nacía en el castillo húngaro de Gödollo, lejos del estricto protocolo de la corte vienesa; lejos de la archiduquesa Sofía, su rígida abuela; rodeada de sus padres, quienes se encontraban en Budapest donde habían sido coronados un año antes como reyes de Hungría. Y es que fue la persona de la emperatriz, su acercamiento al pueblo y a las ideas liberales del coronel rebelde Gyula Andrássy los elementos claves para que el emperador Francisco José consiguiera dominar el conocido a partir de entonces como Imperio Austro-Húngaro.


María Valeria nacía diez años después de Rodolfo, el tercer hijo de la pareja. La última hija de Elizabeth llegaba tras una traumática experiencia con la maternidad. Primero la separación de sus hijas pequeñas Sofía y Gisela de sus propios brazos por orden de la todopoderosa suegra, la archiduquesa Sofía, turbaron sus sentimientos de madre primeriza. Ahora, lejos de la corte de Viena, Sisí aprovechó la ocasión para hacerse cargo personalmente de la educación de su propia hija. 

Maria Valeria y su hermana Gisela

Sissí educó a María Valeria en la cultura húngara. Hablaba con ella en húngaro a pesar de las reticencias de la niña. María vivió su infancia rodeada de rumores y comentarios malintencionados que afirmaban que su padre no era el emperador, sino el primer ministro Gyula Andrássy, alguien con quien la emperatriz había tenido una estrecha relación durante todo el proceso de acercamiento a Hungría. A pesar de que eran comentarios infundados, pues la niña presentaba un gran parecido con su padre, estos le afectaron durante toda su infancia.




Siguiendo el espíritu de libertad de su madre, María Valeria escogió ella misma el que sería su marido. A diferencia de sus dos hermanos, casados por razones de estado, María decidió casarse con el Archiduque Francisco de Austria, primo suyo. A pesar de pertenecer a la familia imperial, formaba parte de una rama menor de la dinastía. Como María no aceptó a ninguno de los pretendientes que su padre tenía pensados para ella, tuvo que renunciar a sus derechos dinásticos.



María Valeria y Francisco fijaron su residencia en el Palacio de Wallsee y llegaron a tener diez hijos. La archiduquesa dedicó buena parte de su vida a obras de caridad. Colaboró estrechamente con la Cruz Roja, fundó hospitales y durante la Primera Guerra Mundial ella misma ayudó a atender a los enfermos que ubicó en una parte de su residencia reconvertida en hospital.



El 6 de septiembre de 1924 moría la última hija de la emperatriz Sissí. Querida por su pueblo, miles de personas lloraron su muerte y la acompañaron en su último viaje hasta la iglesia parroquial de Sildeburg donde fue enterrada.

(Fuentes: Mujeres en la Historia, Entretanto Magazine)


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