A mediados de los años 50, el papel de la emperatriz Elisabeth de Austria, Sissi, en la famosa trilogía cinematográfica, la lanzó al estrellato. Tan convincente y encantadora estaba en su interpretación que nadie podía imaginar lo mucho que detestaba esas películas y la necesidad que sentía de alejarse de aquel personaje. Le pusieron un cheque en blanco para rodar una cuarta entrega, pero ella se negó en rotundo, ante la incomprensión y el enfado de su dominante madre. participó en más de 60 películas a lo largo de casi tres décadas de carrera. Rosemarie Magdalena Albach, su verdadero nombre, nació en una familia de actores y ya desde niña soñaba con ser una estrella del cine como sus progenitores, bastante cercanos al régimen nazi de Adolf Hitler.
Sin embargo, como ella misma dijo, "su reino" fuera de la pantalla quedó marcado para siempre por el signo de la tragedia. Casada y divorciada dos veces , tuvo dos hijos. El padre de su hijo se quitó la vida y perdió a su hijo mayor en un trágico accidente. Romy se sumió en una depresión que motivó su adicción a los tranquilizantes y al alcohol.
Intentó recuperar la ilusión al lado su última pareja, pero ya no era ni la sombra de lo que fue. «Soy una mujer infeliz de 42 años y me llamo Romy Schneider», le comentó a un periodista pocos meses antes de fallecer.
Tenía 43 años cuando se marchó, estaba en ese momento en la cima de su fama, pero también de sus desgracias personales.







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