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Isadora Duncan. La "Ninfa"


Hija de un matrimonio mal avenido y finalmente divorciado, "la ninfa", como se le conocería más tarde a Isadora Duncan (Dora Angela Duncan), nació el 27 de mayo de 1878, en San Francisco California, U.S.A.

La inclinación natural de Isadora, desde niña, fue la danza, siendo tal su entusiasmo por ésta, que a los diez años dejó la escuela para entregarse por entero a su afición. Alguna vez, cerca de la playa, los vecinos vieron a la solitaria niña imaginando y creando movimientos con sus manos y sus pies, representando el movimiento del mar. 


A los 17 años viajó a Nueva York e ingresó a la compañía de Augustin Daly quien le abrió las puertas para presentarse en varios escenarios. El resto fue una sucesión de asombros, incertidumbres y éxitos. Muchos críticos no soportaban ver a una mujer irreverente que bailaba descalza, con una túnica y sin maquillaje, pero admitían que en su danza había un arte original y apasionado.

Isadora y su familia decidieron ir a probar suerte en Londres. La bailarina tenía veintiún años. Como el estilo de Isadora era tan diferente y autónomo, tuvo una gran acogida en el viejo continente donde las vanguardias en todas las artes estaban floreciendo, especialmente en París.

En esa época, Isadora entra a estudiar artes al British Museum, donde encontró la gran inspiración para sus danzas que evocaban los movimientos y las vestimentas de las griegas antiguas, con túnicas y descalza. Además, tenía la asombrosa ocurrencia de bailar música no compuesta para tal propósito (como Shubert o Chopin), y basaba sus coreografías en pinturas de Boticceli o temas clásicos. Así, en la libertad y el atrevimiento de Isadora, que rompían con la rigidez del ballet clásico, la danza moderna tuvo su inicio con ella.


"En esta época actual de elaboración y artificialidad, el arte de la señorita Duncan es como un soplo de aire puro procedente de la parte más alta de una montaña poblada de pinos, refrescante como el ozono, bello y verdadero como el cielo azul, natural y genuino. Es una imagen de belleza, alegría y abandono, tal como debió ser cuando el mundo era joven y hombres y mujeres bailaban al sol movidos por la simple felicidad de existir". Dijo de ella la prensa londinense.

Uno de los sueños de Isadora Duncan era visitar Grecia, quería beber directamente en las fuentes originarias del arte occidental, sueño que se hizo realidad en 1902. En la colina de Kopanos, cercana a Atenas, Isadora, de acuerdo a sus inquietudes artísticas, inició la construcción de un templo destinado exclusivamente para la danza,proyecto que no concluyó por cuestiones económicas.


Además de su belleza, poseía un poder de seducción que la mantenía rodeada de amigos, entre los que se contaban intelectuales, pintores y poetas, así como de numerosos admiradores que deseaban conocerla. La atracción que ejercía entre quienes la rodeaban, determinó que empezaran a ligarla amorosamente con múltiples pretendientes y pronto surgió el mito de que Isadora acarreaba la desgracia a las personas a quienes amaba.

Su vida bohemia no era un secreto para nadie, su vida amorosa era tormentosa, fugaz y muy variada.Ninguno de sus amantes logró encerrar el espíritu de Isadora, la cual prefería las relaciones libres.Se confesaba atea , defendía el “amor libre” y veía con simpatía la Revolución Rusa. Por si fuera poco, esta mujer transgresora tuvo dos niños fuera del matrimonio. 

En 1913, la tragedia llegó a su vida pues los dos niños Deidre y Patrik fueron víctimas de un accidente automovilístico en el que resultaron ahogados en el río Sena. Según la misma Isadora, al despedirse de Deirdre  en aquel desafortunado viaje, ésta colocó los labios en el cristal de la ventanilla del coche y al posar su boca sobre la de la niña, a través del cristal, tuvo un desagradable presentimiento. 


La pérdida de sus hijos fue un durísimo golpe para la bailarina, que canceló todos sus compromisos, abandonó temporalmente su carrera y durante mucho tiempo estuvo fuera del escenario, totalmente desolada. Afortunadamente no para siempre y regresó de nuevo al romance apasionado con su verdadero amor: la danza.

En 1912, por invitación del gobierno soviético, se establece en Moscú. Al año siguiente contrae matrimonio con el poeta también bohemio Sergey Yesenin, diecisiete años menor que ella. Se convirtió en  su acompañante en los largos viajes por trabajo y la edad no fue un impedimento. 

Regresó con él a Estados Unidos, donde inmediatamente los rechazaron por el pánico a la Rusia Roja, los acusaron de "bolcheviques" y la prensa fue extremadamente agresiva lo que provocó que Isadora abandonara país que la vio nacer y regresó con su esposo a Europa.


Yesenin había empezado a presentar trastornos mentales y verdaderas depresiones, por lo que la vida de pareja se había vuelto bastante inestable. En 1925, él decidió abandonar a Isadora y regresar a la antigua Unión Soviética, donde se suicidó.

La bailarina se estableció en Niza, en la Riviera Francesa y continuó con su tenaz dedicación a la danza, hasta que en 1927, súbitamente un absurdo accidente, le quitó su vida. Mientras conducía un auto deportivo, su bufanda se enredó en una de las llantas. Su autobiografía, "Mi vida", fue publicada al siguiente año.

Isadora concebía la danza como algo armonioso entre los seres y la vida, por lo tanto la danza debía transmitir el amor a la naturaleza y a la vida. Para representar esa comunión entre la naturaleza y la vida era sugerida,  tomaba como modelo el movimiento del mar, de las nubes, de las hojas de los árboles, impulsados por el viento. Los movimientos libres y fluidos que expresaban emociones internas, eran característicos de su danza. En sus actuaciones se vestía con una túnica transparente, con los pies, brazos y piernas desnudos y su largo cabello suelto. Isadora Duncan estaba convencida de que no era su cuerpo el que bailaba, sino su esencia, su alma, su interior.


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