Dirigida por Stanley Kramer en 1967, es una deliciosa película, tal vez algo dulzona, con un magnífico guión que aborda el tema de la segregación racial, unos diálogos excelentes y un final feliz.
Spencer Tracy y Katharine Hepburn son inolvidables como los perplejos padres en esta icónica película. Fue la última aparición en la pantalla de Tracy y se dice que Hepburn nunca quiso verla por ese motivo.
Joanna regresa inesperadamente a casa de sus padres, poniendo fin a sus vacaciones en Hawai. Le acompaña un joven médico de raza negra, el doctor internacionalmente respetado John Prentice, al que ha conocido en el viaje y con el que piensa casarse inmediatamente..
La joven ha sido educada por sus padres de un modo liberal y cree que casarse con una persona de raza negra no representa problemas alguno. Sin embargo, su compañero, sabe perfectamente que una relación de este tipo será causa de conflictos.
A pesar de ser personas liberales y modernas, sus padres se sienten muy confundidos, especialmente el padre, que teme que un matrimonio interracial no traiga más que problemas a su hija. No menos confundidos y reacios que los padres de él. Las dos familias deberán sentarse frente a frente y examinar sus propios prejuicios.
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